El botox es secreto
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Los secretos de la toxina botulínica (El Mundo)

Redacción: EMILIA LANDALUCE

EL Botox, me cuenta el doctor Mato Ansorena, tiene el mismo principio que el curare. La juventud viene en forma de veneno: lo llaman toxina botulínica.

Una explicación para el profano en Isabel Preysler -y los que cometen el error de no leer La Otra Crónica-: el botulismo inhibe la transmisión del nervio al músculo por lo que la arruga se diluye en un magma de piel y veneno (dámelo, que quiero vivir, cantarían Los Chunguitos).

Esta semana, Pablo Iglesias reapareció con su silueta amárnica (googleen los relieves dedicados al faraón Ejnatón) y un rostro beatífico. «Ciudadanos es el recambio, no el cambio», sentenció con una de esas frases crípticas que a él le suenan tan bien. El mensaje fue duro sin embargo, el rostro del líder parecía tan relajado como la momia de Lenin que reposa en Moscú. En La comisión para la inmortalización, John Gray rescata la figura de Leonid Krasin, el ingeniero que propuso congelar al bolchevique para devolverlo a la vida cuando fuera tecnológicamente posible. Como Walt Disney.

Ahora, no hace falta morirse para simular descansar en paz. Un poquito de veneno, el bótox en el ceño fruncido, basta.

Putin -a la sazón, sucesor de Lenin- luce el mismo rostro planchado para coquetear con Tsipras (o Alina Kabayeva, su novia) que para intervenir en Ucrania. El bótox, pese a lo que reza la constitución, no es secreto aunque «se reabsorba cada seis meses».

Un candidato a la alcaldía de la capital deslizó en un restaurante que Pablo Iglesias se habría inyectado bótox en el ceño para paliar el gesto enfadado: «Es que las encuestas ya no son tan favorables como antes». Una maledicencia cualquiera aunque la irrupción de Rivera, tan fresco y simpático, ha taimado las esperanzas podemitas. Cuando Pablo aún gastaba ceño fruncido dijo que se plantearía el retiro «si no ganaba las elecciones generales». Entonces, la victoria parecía al alcance de la mano y no hacía falta ocultar la amargura.

John Gray dice respecto al temor del hombre a la muerte que «el más allá es como la utopía, un lugar donde nadie quiere vivir». La alternativa que nos ofrece la literatura es el vampirismo. ¿Han visto como se parece Iglesias a Gary Oldman en Drácula de Francis Ford Coppola? Ni veneno, ni sangre. Bótox.

Leer en: http://www.elmundo.es/madrid/2015/04/10/55270a4ee2704e2d448b4579.html