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Fuente: http://www.revistavanityfair.es/

No está usted en tierra firme y las convenciones sociales, de vestuario, de belleza e incluso el lenguaje cambia. Aquí tiene veinte claves para que parezca que ha nacido en el yate Christina.

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No todos los barcos son como el Christina –por cuya cubierta se pasearon Winston Churchill, Eva Perón, Frank Sinatra, John Fitzgerald Kennedy o Marilyn Monroe– ni todos los anfitriones son Aristóteles Onassis, pero el mar tiene su ceremonia. Si le han invitado a pasar un día en yate o va a hacer un crucero en goleta o velero con unos amigos, ha de saber que las embarcaciones tienen su propia etiqueta, que el mantenimiento anual de un barco es muy costoso y las plazas a bordo, limitadas. Así que muéstrese agradecido, consciente y a la altura. ¿Cómo? Siguiendo estos veinte consejos.

1. Equipaje y dress code

«Los barcos, por mucha eslora que tengan, son lugares reducidos, llenos de recovecos, donde una maleta rígida no es bienvenida», explica en su página web Elena Valor, experta en comunicación, imagen y protocolo. «Mejor opta por bolsas flexibles con poco equipaje, de hecho no usarás muchas prendas más allá del traje de baño, unas chanclas a la hora de desembarcar, shorts y camisetas».

2. Aporte algo material

Norma número uno de protocolo allá donde vaya, sea un barco o un iglú: siempre hay que llevar algo a cualquier lugar al que le inviten. «Nada, no traigas nada, en serio», responderá cualquier anfitrión. Ni caso. Lo más apropiado y fácil si se trata de un día en el mar es algo para el aperitivo, café o copas.

3. Calzado (y descalzado)

A bordo, en verano, no se llevan zapatos, con la excepción de los veleros en regata y los pesqueros (donde los zapatos servirán para no resbalar). La suela blanca es la base de la etiqueta marinera. El calzado óptimo en términos de elegancia al bajar del barco en zonas marineras sería náuticos, abarcas, bambas, sandalias o mocasines. Cuanto más plano el calzado, más marinero, adecuado y elegante. Los tacones al bajar de un barco son un elemento rancio en el mejor de los casos. Y en el peor, una vez a bordo, podría estropear la cubierta con ellos o directamente resbalar y caerse al agua. Usted verá.

4. Adecuamiento textil

La moda en el barco es ante todo racional, por tanto la estética ha de ser elegante, casual y con notas marinas. Podemos ir con unos pantalones blancos y una camisa de algodón o unos shorts e incluso un traje de baño (mejor que bikini). Serán bien recibidas prendas que en tierra resultan algo exóticas como: maxicaftanes, crop tops, vestidos muy largos, encajes, transparencias –con traje de baño por debajo, por favor– o bolsos de vinilo.

5. Ojo con el efecto lupa

Llevar la testuz cubierta le salvará de quemaduras, insolaciones y otros errores de marinero de agua dulce. La luz del sol en el mar se proyecta con efecto lupa y deberá protegerse con crema, factor total, gorro, gorra, pamela, borsalino, panamá o fedora. Y siempre, siempre, gafas de sol.

6. Negro, nunca

Llevar los pies en perfectas condiciones es tan importante como las reservas de agua dulce: uñas cortas, limpias, talones pulidos. Se va a encontrar muy cerquita de los pies de los demás y ellos de los suyos. Por favor.

Tan sólo al pirata Roberts le es permitido embarcar de luto. Vista colores claros y neutros para no absorber calor hasta consumirse como Nosferatu a la luz del sol.

7. Glosario marinero

«Los navegantes son muy peculiares, no llaman a nada por su nombre, así que no te preocupes si escuchas cosas como ‘Tensa el cabo de la escota’ o ‘Cae a babor’ y no sabes qué se refiere», nos tranquiliza Elena Valor a través de su página. «En un barco no hay derecha ni izquierda, sino estribor y babor, no hay delante y atrás sino proa y popa, tampoco encontrarás ni una sola cuerda, solo cabos, no se guardan las cosas, se estiban, la velocidad se mide en nudos… y así todo».

8. Cortesía

Si no la tiene, impóstela. En un plan de barco las simpatías o los roces surgen desde el primer contacto. La travesía más breve suele durar de doce de la mañana a las ocho de la tarde. Serán muchas horas en un espacio del que nadie podrá escapar, por eso la caballerosidad y las buenas maneras desempeñan un papel crucial y las normas son una exigencia.

9. Pies per-fec-tos

Llevar los pies en perfectas condiciones es en una convivencia en barco tan importante como las reservas de agua dulce: uñas cortas, limpias, talones pulidos. Eso como mínimo. Los pies cobran demasiada atención a bordo. Se va a encontrar muy cerquita de los pies de los demás y ellos de los suyos. Por favor.

10. Protocolo capilar

En el mar siempre hace viento. Si luce usted melena larga lo mejor será una coleta o un recogido desenfadado.

11. Subordinación

Intente ayudar dentro de sus posibilidades, pero sobre todo no estorbe cuando los tripulantes estén zarpando, atracando o realizando alguna maniobra. Observe todas las sugerencias del capitán o capitana, tienen muy claro su cargo y no dejarán de dar órdenes. De ellas depende su seguridad.

12. Sonría

Sus anfitriones no quieren ver caras largas ni presenciar discusiones o polémicas en alta mar. Son aburridísimas porque básicamente no puede usted alejarse, así que evite los temas de conversación conflictivos: religión, política, divorcios, matrimonios, microeconomía, adulterio, aborto, macroeconomía, futbol, cirugía estética, pena de muerte, manipulación genética, tecnología, mascotas, sexo, infidelidad, problemas de salud, deudas, descendencia, obesidad. Si no se le ocurre nada de qué hablar, contemple el horizonte en actitud aristocrática.

13. Orden exquisito

No deje toallas y trajes de baño sobre la tapicería. Ni sobre las mesas libros, gadgets, tabaco, gafas, cremas, ceniceros, vasos… El orden es fundamental en los espacios reducidos de uso común. Conviene ser considerados y llevar la disciplina hasta el extremo.

14. Belleza pertinente

Maquíllese lo mínimo: solo BB cream, un poco de corrector, color en labios y mejillas. Nada más. Puede retocarse con polvos antibrillos de vez en cuando y disfrutar de un buen body mist para refrescarse y oler bien todo el tiempo. ¡Nada de perfumes! El delito de usar perfume se castiga en alta mar con régimen de pan y agua. «Cuida el agua o el capitán te obligará a ducharte con agua salada a la próxima», recuerda esta experta en protocolo.

15. Agua dulce

«Las embarcaciones de recreo disponen de unos depósitos de agua limitados», recuerda Elena Valor. Vamos, que las duchas interminables o lavar la vajilla con el grifo abierto están muy mal vistas. «

16. Etiqueta en la mesa

En cualquier cultura y región del globo terráqueo, igual que a bordo, hombres y mujeres deberán llevar el torso cubierto con camiseta, polo, pareo o blusón. Es mandatorio. Los trajes de baño, secos. Y si tiene melena, recójasela para comer.

17. Ostentación

Por muy distinguida que sea una embarcación, no se consideran de buen gusto las joyas aparatosas, los complementos teatrales ni nada que pueda parecer carente de utilidad, dada la escasez de espacio. A bordo todo tiene que tener cierto sentido práctico, deportivo y marinero. Alrededor de esa aparente utilidad se estructurará su oportunidad y su elegancia.

18. La siesta

Después de comer la mayoría aprovecha para echar una agradable cabezadita en proa, popa o donde haya sitio para tumbarse. Mientras todos duermen o descansan pacíficamente quizá no sea el mejor momento para ponerse a usar la moto de agua o la zodiac. Si pasa de siesta, aproveche para rezar, practicar yoga o meditar sobre el porvenir en silencio. Lo que mejor le venga.

19. Indisposiciones

Lleve siempre biodraminas, pero si se marea no se preocupe ni avergüence. Lo mejor es no retener las ganas de vomitar, pero antes pregunte por qué banda hacerlo, no sea que el barlovento nos juegue una mala pasada y lo devuelva. El capitán o algún miembro de la tripulación con experiencia le indicará cual es la mejor posición para que se le vaya pasando el mal rato. Un remedio clásico, una vez echada el ancla, es tirarse al agua y nadar hasta tierra. Pasado un tiempo en tierra firme y con el frescor del agua se encontrará mucho mejor.

20. La noche

Aunque embarque en pleno agosto tenga en cuenta que las noches en alta mar son frescas y húmedas. No olvide una chaqueta impermeable, ligera y deportiva. Si se organizan fiestas nocturnas dentro del yate y tiene buen gusto puede divertirse aumentando el atractivo de su outfit con vestidos y accesorios más emocionales. Si no posee gran intuición estética, no arriesgue: eche mano de la formalidad y las socorridas costumbres. Y volvemos a recordarle: evite los tacones de aguja. Se puede caer por la borda. Piense en el champán.

Fuente: http://www.elmundo.es/

José Coronado: el galán español no es metrosexual

José Coronado: el galán español no es metrosexual

El primer baño de la temporada siempre es el más difícil. Después de nueve meses escondiendo las carnes en trajes a medida que favorecen hasta al más ferviente practicante del look fofisano, descubrir canillas y tripitas al sol por primera vez es duro. La carne, además de no tan tersa como se espera, está más blanca de lo normal. Hay que tener valentía y confianza para que ese primer chapuzón se produzca en julio y en Ibiza. Combinación perfecta para ser fotografiado por los paparazzi. Eso le pasó el pasado miércoles al actor José Coronado, quien se encuentra en la isla Pitiusa junto a su novia, la periodista Elena González de Prado, y su hija Candela, fruto de su relación con Mónica Molina.

A sus 58 años, José Coronado es uno de los actores más conocidos del panorama español, más del 95% de la población sabe quién es el protagonista de No habrá paz para los malvados, según los datos de la agencia Personality Media. Para el público, Coronado transmite la imagen de «galán de cine y dandy nacional». Su pelo negro rizado y su rol de ‘chico duro’ gracias a los papeles que ha protagonizado le sitúan como el quinto intérprete más atractivo, batiéndose en duelo con Mario Casas, Eduardo Noriega, Hugo Silva y Jesús Olmedo. Todos ellos décadas más jóvenes que él.

El intérprete es la prueba de que a los españoles nos gusta más el prototipo de ‘macho ibérico’ que el de metrosexual. Una tripita incipiente propia de su edad – «a partir de los 50 los hombres comienzan a acumular más grasa en la zona abdominal», explica un entrenador personal a LOC-, un pelo canoso y con entradas y un torso sin depilar son las claves que le han convertido en el donjuán nacional.

Paola Dominguín, Isabel Pantoja, Silvia Abascal, Esther Cañadas, Mónica Molina, Paula Echevarría, Eugenia Martínez de Irujo y ahora Elena González de Prado son las caras públicas que se han rendido a sus encantos… Y es que el aspecto físico de Coronado está tan bien que lo aprueban hasta los mejores cirujanos estéticos.

Javier Mato-Ansorena se limita a recomendarle «dieta sana, poco alcohol o sólo vino de más de dos años, evitar el pan, eliminar el tabaco y hacer algo de deporte todos los días». Aunque opina que Coronado mantiene su atractivo, le aconseja algunos retoques para «conservarse mejor, aunque es lógico que tenga algo de envejecimiento porque ya está en la quinta década», matiza.

Si el protagonista de Periodistas quiere verse mejor y no matarse a ejercicio, puede seguir los consejos del doctor. «Para la barriguita, dieta, abdominales y una liposucción de flancos. Aquí la grasa es muy persistente a pesar de la dieta». Para lucir una cara más descansada, Mato-Ansorena se inclina por «un lifting corrector preventivo y resolutivo. Este tipo de intervenciones cada vez son más frecuentes, duraderas y naturales en los hombres. Se trata de recolocar los tejidos de la cara en su sitio ya que por el efecto de la edad, la elastosis solar y la pérdida de colágeno, pierde su firmeza».

Pero si el truco para seguir conquistando es no jugar ocn su imagen y no hacer una transformación estilo Bustamante antes y después de Paula Echevarría, un entrenador personal se limita a recomendar a Coronado ejercicios fáciles para hacer en la playa: «Puede trotar 20 minutos, nadar 10 y después hacer cuatro series de flexiones, todas las repeticiones que pueda en 30 segundos, con descansos de 10». Coronado lo tiene fácil para seguir gustando.

En esta artículo publicado por el suplemento «Magazine» el Dr. Javier Mato Ansorena, junto con otros reconocidos Cirujanos Plásticos españoles, analizan algunos personajes de la vida pública sobre sus retoques estéticos.

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La práctica habitual de este deporte genera efectos adversos sobre el rostro. A las inclemencias del tiempo y la contaminación del entorno se suma la pérdida de grasa facial. La piel de los runners precisa tratamientos específicos

En lo que se refiere a la práctica del running no todo son beneficios. La cara pierde sus volúmenes. Además, la piel del rostro se deshidrata y presenta un aspecto apagado. La mayoría de los runners acusan estos efectos negativos en el rostro. Ello sucede porque los corredores tienden a perder grasa de la zona de la cara. Algo similar a lo que les sucede a las personas que pierden mucho peso en poco tiempo. A esto se suma la flacidez provocada por el movimiento de impacto repetido contra el suelo que destensa los músculos del rostro.

En Clínicas Mato Ansorena hemos diseñado un protocolo facial específico para los corredores habituales, masculinos y femeninos. Este tratamiento facial se centra en hidratar a fondo la piel de rostro, cuello y escote en los meses de frío, además de la aplicación de otros tratamientos más específicos. En otoño invierno, estas zonas sufren las agresiones del viento y las bajas temperaturas. Además, este tratamiento contribuye a la recuperación cutánea.

¿Qué sucede realmente al correr?

El gasto calórico es importante por lo que se produce una pérdida de grasa. Como es habitual, esa pérdida no se produce solo de dónde deseamos. Así pues, el rostro se puede demacrar debido a una pérdida excesiva de grasa.

Los procesos de envejecimiento se aceleran debido al incremento del proceso de oxidación de las células. Este fenómeno se produce a raíz del esfuerzo de los músculos tras una carrera durante un tiempo prolongado. Los pies impactan de forma repetida contra el suelo provocando que algunos músculos se distiendan y pierdan tono. Los más habituales son los músculos de las mejillas. Al caer, estos músculos desdibujan y envejecen el rostro.

Al correr al aire libre la piel se expone a las inclemencias meteorológicas: sol, aire, temperaturas bajas y contaminación. La piel ofrece un aspecto deshidratado, ajado y con un exceso de radicales libres.

 

Fuente: elmundofinanciero.com

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Llega el buen tiempo, las flores… ¡Y las alas de murciélago! El fantasma de los brazos flácidos es algo que nos acecha si hemos superado los 30 años por dos cuestiones puntuales: la acumulación de grasa subcutánea y el deterioro de la piel. Los ejercicios pueden venir de maravilla para tonificar, pero además, Clínicas Mato Ansorena propone su tratamiento de ‘hilos tensores’ para tríceps, la ecuación perfecta para conseguir unos brazos firmes de inmediato y saludar con la mano bien alta a la primavera